sábado, 26 de julio de 2008

La fidelidad de Bobby


Esta es un bella historia que encontre, el personaje es este pequeño animalito cuya imagen ahora reposa en esta escultura, con una mirada tan viva como el recuerdo que dejo en la ciudad donde viviò. He aqui la historia:
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"No es muy corriente ver monumentos erigidos a la memoria de un perro, pero en Greyfriars (Edimburgo, Escocia), la población local construyó uno en 1873 en honor de un pequeño terrier llamado Greyfriars Bobby, que es desde entonces el perro más famoso de Edimburgo.

Este perrito no era de nadie, y como todo el mundo lo rechazaba debía alimentarse de la basura de las calles. Un día, John Gray, un policía local, lo adoptó como compañero y lo tuvo con él hasta que, en 1858, falleció a causa de una tuberculosis. Desde entonces, y hasta el momento de su propia muerte, 14 años más tarde, Bobby se instaló sobre la tumba de John.

Era tradición en Edimburgo que todos los días a las 13 horas fuera disparado el cañón del castillo para que los ciudadanos pudieran ajustar sus relojes. Pues bien, el único momento en que cotidianamente Bobby abandonaba su puesto era después del cañonazo; a la una en punto se iba al “The Eating House”, un restaurante cercano en el que siempre había comido con John Gray y cuyo dueño le seguía dando el almuerzo. Comía rápidamente y volvía al cementerio.

El Sr. James Brown, viejo cuidador del cementerio, contó como “Bobby” se encontraba acostado sobre el túmulo funerario, a la mañana siguiente al entierro. A los perros no se les permitía entrar al cementerio, por lo tanto, el Sr. Brown debía perseguir al perrito hasta sacarlo de allí, pero, a la mañana siguiente, el perro volvía. Una segunda vez “Bobby” es ahuyentado, solo para encontrarlo nuevamente en el lugar habitual, tiritando sobre el suelo frío y húmedo de la tumba de Gray.

En ese momento, el cuidador sintió pena por el perrito y le permitió quedarse. Aún en los días de clima más horrible, “Bobby” no abandonaba su posición, a menudo, aullaba a aquellos que intentaban convencerlo de que se quedase en sus casas. “Bobby” no tenía licencia y estaba en peligro de muerte.

Muy pronto se convirtió en una atracción, y tanta fidelidad despertó el cariño de todos los habitantes; más de uno intentó llevarlo a su casa, pero sin importarle la soledad, el frío o el calor, Bobby nunca quiso dejar la tumba de su amigo.

Un año después de la última guardia de “Bobby”, la Baronesa Burdett Coutts hizo esculpir una estatua y una fuente para conmemorar la vida de un perro devoto y la historia de una amistad que superó la muerte. Según se informó, “Bobby” murió sobre la tumba de su viejo amigo, John Gray.

Actualmente el monumento es visitado anualmente por miles de turistas. Su collar y su plato se encuentran en exhibición en la Casa Huntly, el museo dedicado a la historia de la ciudad, y Greyfriars Bobby es, desde hace más de un siglo, un símbolo de fidelidad para los escoceses y su perro nacional."

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