sábado, 16 de febrero de 2008

La belleza de Merrick

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Hoy estaba revisando algunas paginas en internet sobre diseño y justo encontre una donde se invitaba a realizar una composiciòn con el tìtulo de "El hombre sin rostro", asi que comenze a investigar en internet y me encontrè con una pelicula de Mel Gibson que narra la historia de un hombre que quedo desfigurado cuando varios desalmados lo golpearon dejandolo casi muerto. Ante tal hecho su misma comunidad lo separa calificandolo de un moustruo, probable pedofilo y demas historias, es en eso que conoce a un joven de doce años. Cuando estos dos solitarios se encuentran, surge una amistad capaz de enfrentarse a los prejuicios y agresiones del resto.
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Despues de leer esta historia recorde tambien la historia de Joseph Carey Merrick a quien muchos llamaron "El hombre Elefante". No es el alarmismo ni el sensacionalismo lo que me llevò a enfocar estas historias, es muy probable que se piense que todo aquel que sufre siempre ha de terminar por convertirse en un martir, sea por cuestiòn de la prensa o por las personas comunes como nosotros que no pasamos por este tipo de situaciones, pero en este caso mi interes se centro en la calidad humana que poseia Merrick a pesar de sufrir su enfermedad.
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"Vi la luz por primera vez el 5 de agosto de 1860. Nací en Lee Street, Leicester. La deformidad que exhibo ahora se debe a que un elefante asustó a mi madre; ella caminaba por la calle mientras desfilaba una procesión de animales. Se juntó una enorme multitud para verlos, y desafortunadamente empujaron a mi madre bajo las patas de un elefante. Ella se asustó mucho. Estaba embarazada de mí, y este infortunio fue la causa de mi deformidad". Así describe Joseph Carey Merrick la etiología de su enfermedad. En su conmovedora inocencia, el joven inglés, que nada sabe de malformaciones congénitas ni de genes dominantes transmitidos hereditariamente, atribuye la culpa de su demoledora enfermedad a un simple animal.
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Joseph Merrick no nació deforme. En su primera infancia fue un niño normal. Asi lo explica èl : "No se notaba mucho cuando nací, pero comenzó a desarrollarse a la edad de 5 años. Fui a la escuela como cualquier niño hasta que tuve 11 ó 12 años, cuando me ocurrió el más grande infortunio de mi vida".
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El sensible Merrick se refiere a la muerte de su querida madre, Mary Jane Potterton, acaecida el 28 de diciembre de 1861 como consecuencia —común en aquellos días— de una bronconeumonía. "Fue muy buena conmigo. Luego de su muerte, mi padre, desafortunadamente para mí, se casó con su casera. De ahí en más nunca volví a tener un momento de tranquilidad. Ella tenía hijos propios, y en parte a causa de mi deformidad, se encargó de convertir mi vida en una miseria total. Rengo y deforme como soy, me escapé de casa dos o tres veces. Supongo que mi padre conservaba aún una chispita de amor paterno por mí, porque me obligó a regresar a casa".

Esta siniestra madrastra que le tocó en suerte fue peor que la más malvada de los cuentos infantiles. Merrick se preocupa, en su autobiografía, en describir los tormentos a que fue sometido por aquella mujer, que se entretuvo en abusar, durante años, de un niño huérfano, gravemente enfermo y horriblemente discapacitado.

"Cuando yo tenía 13 años, ella hizo todo lo posible para conseguir que yo saliera a buscar trabajo. Obtuve un empleo en la fábrica de cigarros Freeman y trabajé allí por unos dos años. Luego, mi mano derecha comenzó a crecer, hasta que se volvió tan grande y pesada que ya no pude liar los cigarros, y tuve que irme. Ella me mandó por toda la ciudad para buscar trabajo, pero nadie quería contratar a un rengo deforme. Cuando volvía a casa para comer, ella solía decirme que había estado vagando y no buscando empleo. Se mofó tanto de mí, se burló y me despreció de tal manera, que dejé de regresar a casa a las horas de las comidas. Allí me quedaba solo, en las calles, con el estómago vacío, con tal de no regresar para soportar sus burlas.
De lo poco que yo comía, medias raciones y platos casi vacíos, ella igualmente me decía: ´Es más de lo que te mereces. No te has ganado esa comida´. Incapaz de encontrar empleo, mi padre me consiguió una licencia de buhonero y comencé a recorrer las calles como vendedor ambulante ofreciendo telas, géneros y pomada para zapatos. Al ver mi deformidad, la gente ni siquiera me abría la puerta ni escuchaba mis ofertas. Como consecuencia de mi enfermedad mi vida seguía siendo una miseria perpetua, de modo que me escapé de nuevo de mi casa e intenté salir a vender por mi propia cuenta. Para esos tiempos mi deformidad había crecido a un grado tal que ni siquiera podía recorrer la ciudad sin que las multitudes se reunieran a mi alrededor y me siguieran por todas partes".
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Joseph tenía desde su nacimiento una deformidad en la articulación de la cadera. Era para él muy difícil caminar incluso sobre una superficie plana. Imagínese el tormento que debieron significar para él los húmedos e irregulares empedrados del Londres victoriano, perseguido por grupos de niños que lo golpeaban, insultaban y gritaban a causa de su fealdad.

Posteriormente logrò encontrar trabajo en un circo como un espectaculo novedoso e increible para los espectadores curiosos de aquella època, mas el rumbo de su vida cambiarìa totalmente al conocer al mèdico Frederick Treves, quien se convertirìa en su gran amigo y se encargaria de tratar su caso brindandole un mejor nivel de vida hasta su muerte.

Joseph Merrick era en realidad un hombre dulce, amable y agradecido. La única carta de su autoría que se posee está dirigida a una dama que le envió como obsequio una botella de whisky y un libro. La mujer había leído un artículo sobre Merrick en el London Times. La carta dice textualmente:

"Estimada señorita Maturin:

Le agradezco profundamente el whisky y el libro que tan amablemente me envió. El whisky era espléndido. Vi a Mr. Treves el domingo, y me dijo que debía enviarle a usted el mayor de mis respetos.
Con enorme gratitud y siempre suyo,
Joseh Merrick
Hospital de Londres
Whitechapel".

Muy pocos seguramente repararian en la capacidad y talento artìstico que poseìa Merric para elaborar hermosas maquetas.Desde la ventana de su habitación èl contemplaba una parte de una iglesia situada junto al hospital. Pidió a la gente que le donaran cartones duros, y armado de paciencia y con su única mano útil construyó una maravillosa maqueta de la iglesia. Los sectores que no alcanzaba a ver desde su lugar fueron reemplazados por su fértil imaginación. La bella pieza se encuentra hoy en el mismo museo del hospital donde se exhibe su esqueleto.
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Su fama creciò con el tiempo, y eran muchas las personalidades que llegaron a conocer a Merric, siendo una de ellas Alexandra, Princesa de Gales y el Duque de Cambridge, quienes accedieron a conocer personalmente a Merrick y gracias a ello se le asigno un lugar donde vivir asi como la atenciòn del hospital por el resto de sus dias.

Pero ajeno a toda esa atenciòn que recibiò, èl siguiò conservando su sensiblidad, el deseo de aprender, cultivarse y maravillandose con todo lo que el mundo le ofrecia a sus ojos, su inteligencia y hablar elegante siempre estuvieron intactos incluso antes de llegar a conocer a su mèdico amigo, sin duda leia mucho y poseìa una gran habilidad para captar las cosas.

Lamentablemente su organismo no soportaria mucho y su enfermedad empeoraria hasta que finalmente un viernes 11 de abril de 1890 a la 1:30 de la tarde partirìa de este mundo, las causas: un dislocamiento cervical y asfixia provocada por el peso de su cráneo sobre la tráquea.

Antes de morir èl nos dejaria estas frases que resumen su pensamiento y el porque de su presencia en este mundo:

Es cierto que mi forma es muy extraña,pero culparme por ello es culpar a Dios; si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo me haría de modo que te gustase a ti.

Si yo fuera tan alto que pudiese alcanzar el polo o abarcar el océano con mis brazos, pediría que se me midiese por mi alma, porque la verdadera medida del hombre es su mente.

Extractos tomados de http://axxon.com.ar/rev/145/c-145Divulgacion.htm

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viernes, 8 de febrero de 2008

La felicidad

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¿Què es lo primero que pensamos cuando escuchamos la palabra felicidad?, para algunos, la televisiòn prendida, la mujer al lado y la comida a nuestros pies puede ser el sinonimo de un trono aparentemente agradable del cual disfrutar, para otros sin embargo esa palabra los invita a cerrar los ojos, imaginar seguramente un inmenso paisaje lleno de flores, una luz radiante que lo ilumina todo, y a cuyo paso mientras se avanza observar niños y animalitos corriendo libremente a traves de toda esa imagen de fantasia. Al voltear a los costados muchos rostros de personas que sonrien como dandonos la bienvenida al lugar y disfrutando del dia como una bendiciòn.

Pero al volver a abrir los ojos nos encontramos de nuevo con este inquieto mundo lleno de ruidos, gritos y quejas diarias, entonces queremos escapar, alejarnos de los insultos ,de los llantos, evitar el ruido de las monedas que chocan al caer en nuestras manos y si fuera posible dejar de sentir aquellos papeles arrugados y feos que a pesar de todo el mundo le da un gran valor tanto como para herir, matar, o hacerte podrir en una carcel en muchos casos siendo tù un inocente.

La felicidad es tan efimera en la tierra, que aprendemos a entender que lo mas probable es que nùnca llegaremos a ser totalmente felices. Los que han encontrado un grado elevado de felicidad lo atribuyen a la tranquilidad interior, al amor, un sentimiento tan proximo a ellos que pareciera que es eso lo que realmente los mantiene vivos, y en cierta forma tienen razòn, cuando uno ama a alguien uno siente que la felicidad ha llegado a nuestra vida, incluso los problemas que teniamos antes se vuelven ridiculos porque el entusiasmo nos impulsa a creer que todo es posible superar.

Quiza ahi esta en parte la clave de la felicidad, en esa palabra llamada Amor. Si cada uno se sintiera amado, lo demas sobraria, porque es presisamente que por amor uno llega a ser solidario, por amor tambien perdonamos y por amor nos atrevemos a cambiar para no caer en falta o herir a la persona que nos ama. Esta conexiòn magica es sin duda lo que nos hace creer que los grandes cambios se hacen con amor, aunque algunos no crean en Dios, ellos mismos pueden experimentar esa sensaciòn y entenderlo, hombres como nosotros lograron cambiar muchas cosas, antes que nada creyeron en que esto era posible y lo consiguieron. La felicidad se eleva pues segùn el grado de entendimiento de cada mente individual, el sentimiento de felicidad no se presta ni se roba de los demas crece en nosotros cuando sentimos que hay una paz interna y un amor reciproco entre todos.
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Los invito a ver este video de AYUMI HAMASAKI, la chika de arriba, pica en el video :)
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Ayumi Hamasaki - Dearest pv



domingo, 3 de febrero de 2008

La amistad

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Esta es una historia que encontre en internet y quise compartirla con ustedes:
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El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: "Cachorritos en venta". Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: "¿Cuál es el precio de los perritos?" El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: "Sólo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás.
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El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le pasa a ése perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!". Y el hombre replicó: "No, tú no vas a comprar ese cachorro, si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: "Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".
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Entonces el hombre le contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos". El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el Perrito necesitará a alguien que lo entienda". El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lágrimas... sonrió y dijo: "Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú".
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En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente. Un verdadero amigo es aquél que llega cuando el resto del mundo se ha ido.


 

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